Esta es la frase
en la que nos escudamos, no pocas veces para justificar nuestra falta de
voluntad,
nuestra falta de generosidad.
Los psicólogos
nos dicen, que son pocas las personas que desarrollan toda la actividad de
la que serían
capaces.
¿Eres tú de esos
pocos?
¿O eres acaso
del montón?
Debes
convencerte de que, si te lo propones, puedes hacer más de lo que
haces.
Si quieres, pero
si quieres de veras, sabrás descubrir en ti, resortes de insospechada
potencialidad y
que harán que te abras a la gente.
Lo que pasa es
que la comodidad, la pereza espiritual, para vencerse, dominarse, para
molestarse por
los demás, anulan en ti esos recursos y resortes.
Por eso te
sientes cansado, decepcionado, desilusionado, amargado, y has llegado a
convencerte de
que no puedes hacer nada más, de que ya haces todo,
lo que te
corresponde.
Te está faltando
un poco de voluntad; no digas que te faltan fuerzas, tiempo,
oportunidades,
entusiasmo, compañía y tantas otras cosas, con las que te estás
engañando y por
consecuencia, anulando, esterilizando, haciendo inútil… y eso, el
sentirte inútil,
es lo que impide que tu vida sea feliz y optimista.
Hay hombres que
hacen muchísimo más que tú; no me digas que es porque ellos “pueden”
más que
tú.
La verdad es que
ellos “quieren” más que tú, y por eso “pueden” más que tú.
Aquí es donde se
aplica aquello de que “querer es poder”.
Esta no será una
afirmación apodíctica, pero es real en mil ocasiones, y si no lo crees, haz
la prueba y
verás.
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