Hay distintos tipos de amistades, y considero que no todas son beneficiosas para nosotros al 100%. Voy a referirme a las amistades exigentes (que incluyen a las celosas). Tanto hombres como mujeres podemos contar en nuestro círculo íntimo con seres que proponen este tipo de vínculo. En estos casos, es preciso que estemos con nuestros radares internos bien alertas.
Las amistades exigentes tienden a intentar limitar nuestros actos. Suelen tener personalidades prominentes y, en muchos casos, su influencia puede llegar a decidir nuestras acciones, sobre todo si no estamos del todo convencidos de lo que vamos a hacer. Si en vez de recibir un consejo ante un problema o dilema, te sientes demasiado presionado por un amigo (o una amiga) para tomar una decisión o para hacer o dejar de hacer algo, estás ante una amistad de esta índole.
Por otro lado, muchas veces dan lugar a exigencias/demandas permanentes que nos incomodan, tales como: ¿cómo no me llamaste por tal cosa? ¿Por qué no tienes tiempo para mí mañana si yo siempre te acompaño? Esperaba que hicieras eso por mí pero no lo hiciste (¡ni sabíamos lo que precisaban o habrían querido! – presuponían que por “el grado de amistad”, debíamos adivinarlo).
Suelen ser también amistades celosas. Si haces amigos nuevos o frecuentas a otros puedes llegar a ver que compite con ellos o que incluso trata de menoscabarlos o de restarles importancia. Esto no significa que te quieran más o menos que al resto de la gente, incluidas sus otras amistades: de alguna manera tratan de aislarte o de crear cierta relación de dependencia.
Personalmente, no creo en el mote “mejor amiga” o “mejor amigo”. Creo que utilizarlo hace que excluyamos a todos los demás de nuestro entorno bien cercano. Prefiero usar “amigos cercanos”, “del corazón”, “tal persona es casi como de la familia” o descripciones que también dejen lugar a la interacción sentida y profunda con otras personas. De hecho, en diferentes momentos hay más (o menos) cercanía con diferentes amistades, y esto es algo normal, relacionado con afinidades, vivencias, historia compartida y otras variables.
No se debe tolerar cualquier cosa en nombre de una amistad (o del amor) por más que conozcamos a alguien hace muchos años. Es lindo hacer amistades nuevas y compartir tiempo y vivencias con las que nos acompañan en nuestro camino hace tiempo, pero sepamos, en todo momento, establecer los límites que consideremos necesarios.
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